Yo, señor, no soy malo, sólo un hombre avergonzado por lo que
ha hecho. No sé qué me pasó. Quizá me faltó descanso o... una mala semana. Las
circunstancias, eso es, ¿recuerda? ¿No era así aquello que leímos del poeta? Filósofo,
sí. ¿No ve? Usted es quien sabe de los dos. Yo solamente soy un pobre ignorante.
Pero sabe que también honrado, y que nunca tuve intención, se lo juro por lo
más sagrado. ¿Que cómo puedo estar seguro? Son ya veinte años, señor, y nunca
le he dado ningún problema. Ni uno hasta ayer. No me mire así, se lo pido por
favor. Tenga un poco de caridad cristiana. Usted es un hombre bueno y sabrá perdonarme.
Perdí la razón por momentos. No, a ella no le diga nada, se lo ruego por lo que
más quiera. Ella no tiene culpa de esto. El problema es mío y no quiero que
sufra. Discúlpeme, señor. No, su mujer tampoco. A ella la respeto igual que a
usted. No sé cómo pudo pasarme. Yo siempre he aguantado los malos pensamientos.
Le pido que olvide todo y prometo que jamás volveré a darle problemas. Pero señor,
¿por qué sonríe ahora? Se lo estoy diciendo en serio. Usted es casi como de mi
familia, y le admiro. De nuevo, le pido perdón. Señor, ¿qué hace? Olvide lo que
pasó ayer, siento que… No se acerque por favor, no quiero caer otra vez. Pero,
señor, ¿usted también...?
Ventana al mundo
viernes, 19 de julio de 2013
lunes, 1 de julio de 2013
GRAN TURISMO
Desde entonces papá ya nunca juega con él, y eso que llegó a
ser su videojuego favorito. Pasaba horas y horas sentado frente a la pantalla sin
pestañear; a veces, mamá se colocaba delante increpándole que cuándo pensaba
madurar, que todos los sábados encerrado dale que te pego a la maquinita, que
en la vida salían a cenar por ahí y que jamás le había llevado a la playa. Hasta
el día que se propuso hacerlo, y no volví a verla.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)